miércoles, 24 de septiembre de 2008

EL PODER





Solo puede hablarse de poder en sentido verdadero cuando se dan dos elementos: de un lado, energías reales, que puedan cambiar la realidad de las cosas y, de otro, una conciencia que esté dentro de tales energías, una facultad que ponga en movimiento las fuerzas en dirección a estos fines.
El poder es un fenómeno específicamente humano, es algo de que se puede disponer. El sentido que se le dé pertenece a la propia esencia. No existe poder alguno que tenga de antemano un sentido o un valor, solo se define cuando el hombre cobra conciencia de él. Lo transforma en acción, lo que significa que debe ser responsable de tal poder. En la medida que desaparece la auténtica responsabilidad, brota la tendencia a resolver mediante decisiones autoritarias.
Por sí mismo el poder no es ni bueno ni malo, significa la posibilidad de realizar cosas buenas y positivas como el peligro de producir efectos malos y destructores. En la medida en que el obrar no se funda ya en la conciencia de la persona, y no se responde de él en sentido moral, aparece en el que obra un espacio vacío de naturaleza peculiar, un carácter que solo puede ser definido en último término desde la perspectiva de la Revelación: el poder se vuelve demoníaco.
El poder es universal, es decir, se vincula con todas las actividades y circunstancias del hombre. La conciencia de poder producida por el conocimiento encuentra también una expresión que actúa de manera directa. El conocer el nombre de una cosa o de una persona tiene poder sobre ella. El sentimiento de poder puede ir unido incluso con situaciones que parecen estar en contradicción con él, como las del sufrimiento, la privación, la inferioridad. Todo acto, todo estado, e incluso el simple hecho de vivir, de existir, está directa o indirectamente unido con la conciencia del ejercicio y del goce del poder.

El hombre mismo es responsable del curso de la historia y de lo que acontece con la existencia del mundo y del hombre.
En el curso de los últimos cien años el hombre ha desarrollado una cantidad de poder tal que sobrepasa todo lo que antes podía sospecharse. La preocupación es si el hombre es capaz de dominar todo esto de tal manera que pueda mantener la dignidad, ser fecundo y estar alegre. La preocupación es si el hombre es capaz de dominar todo esto de tal manera que pueda mantener la dignidad, ser fecundo y estar alegre. Si el hombre en cuanto tal tuviera que ser identificado con los hombres que hoy viven, la respuesta a esta pregunta sería cuando menos muy dudosa. Pero frente a esto se alza una esperanza que se basa en que está surgiendo un nuevo tipo humano que no sucumbirá a los poderes desencadenados, sino que será capaz de ordenarlos. Además deberá tener una relación originaría con el poder, saber y aceptar que el sentido de la cultura del futuro no es el bienestar, sino el dominio, el cumplimiento de la misión que Dios puso en la esencia del hombre. Pero el hombre en que pensamos tiene también un hondo sentimiento para el peligro que se esconde en esta situación de conjunto.
Es necesario que la profundidad del hombre despierte de nuevo, es preciso que el hombre vuelva a meditar y a rezar, debe liberarse de la prisa; detenerse y hacerse presente a sí mismo. Por otro lado debemos volver a aprender que el dominio sobre el mundo presupone el dominio sobre nosotros mismos. Debemos convencernos de que jamás se ha conseguido nada grande sin ascética (el hombre se domina a sí mismo). Además debemos volver a plantear seriamente el problema del punto de convergencia último de nuestra existencia, su esencia consiste decisivamente en nuestra relación con Dios. El hombre solo existe en cuanto referido a Dios, hay que hacer cada cosa tal como lo exige su verdad.
Romano Guardini

Mario Baeza

HAY UNA MECANICA DE LA OPCION Y UNA MORAL DE LA OPCION. MECANICAMENTE EL HOMBRE OPTA O DECIDE SIMPLEMENTE DANDO LIBERTAD DE MOVIMENTO A SUS INCLINACIONES Y EMPLEANDO EL TERMINO EN UN SENTIDO NO DEPRIMENTE A SUS INSTINTOS, A SUS PASIONES; Y HAY UNA MORAL DE LA OPCIÓN, QUE CONSISTE EN ESCOGER EL CAMINO OBLIGATORIO AUN CUANDO ESTE SEA CUESTA ARRIBA, AUN CUANDO CONTRADIGA LAS INCLINACIONES PERSONALES, AUN CUANDO PARA ESCOGERLO HAYA QUE SACRIFICAR TENDENCIAS NATURALES Y HAYA QUE AHOGAR GRITOS IRREFRENABLES DEL PROPIO DESEO.

Efraín González Luna. 4 de febrero de 1946